Raciales
Unido a estas consideraciones sobre caracteres económicos es necesario hacer hincapié en la necesidad de conservar todo lo que se ha obtenido en el Hereford a través de tantos y tantos años de selección, y que está en lo fundamental descrito en el Standard de la Raza.
Esas son las características que el criador debe buscar, mantener y generalizar en sus rodeos. Las mismas, en su conjunto, no son el producto de una tradición caprichosa, sino el resultado de un trabajo inteligente, realizado por un conjunto de criadores que con gran capacidad y poder de observación, a través de varias generaciones, han ido plasmando el Hereford de hoy, con las condiciones de productividad y rusticidad que lo han llevado a ser la raza pura más difundida.
El Hereford debe ser un animal armonioso en sus formas, con un perfecto equilibrio en las distintas partes de su cuerpo, o sea cabeza, tronco y extremidades.
Se debe prestar especial atención a la facilidad de desplazamiento o desenvoltura en el andar, condición primordial para una raza que vive a campo y debe procurarse el alimento por sus propios medios, muchas veces en potreros extensos y en condiciones climáticas y de alimentación extremas. Los aplomos tienen gran importancia, debiendo cuidarse la corrección de los mismos, especialmente en las patas que, además son básicas en la función reproductiva de los toros. Deben evitarse las cuartillas largas y vencidas, los garrones parados o acodados, las patas y manos mal aplomadas en su verticalidad. El largo de las patas y manos debe guardar relación con el tamaño del reproductor.
En lo referente al hueso, debe ser el suficiente para soportar el peso del reproductor, no buscando los excesos, que no responden a una necesidad fundamental. Con respecto al tipo de hueso debe preferirse el hueso aplanado, buscando evitar el hueso redondo.
Se debe prestar atención al aparato reproductor, evitando acumulaciones o infiltraciones de grasa en la zona de los testículos, los cuales deben ser de buen tamaño para Ia edad, correctos en su forma, y con la consistencia debida. La zona del prepucio es importante: debe ser sin exceso de piel colgante y el mismo más bien corto en su parte suelta.
Las cabezas deben guardar relación con el volumen y el sexo del animal, evitando en los toros las demasiado grandes y pesadas que generalmente van acompañadas de delanteras exageradas que pueden traer complicaciones en el parto. La nariz debe ser pigmentada en rosa, pudiendo tolerarse en animales con otras condiciones destacadas, la presencia de algunas manchas, pero siempre con la meta de su eliminación en el futuro. La trompa negra es eliminatoria. En lo que respecta a puntas de guampas coloreadas o pezuñas con vetas marrones, debe aplicarse un criterio similar: es decir, son indeseables, pero se pueden tolerar en la medida que los reproductores que las tienen, aporten otras características económicas destacadas para el mejoramiento de la raza. La guampa o pezuña negra es eliminatoria.
Debe buscarse el peleche temprano, carácter que se considera heredable y que mejora la aptitud del Hereford para una mayor productividad.
El color ideal del Hereford es el rojo guindo, con la distribución clásica del blanco por todos conocida, es decir cabeza blanca, línea superior del pescuezo.